C.R.E. en la oscuridad, marcha cicloturista en Montjuic propiciada por la Mafia, bolardos sin señalizar (un mal que se repite), chinchetas, atentados terroristas (felizmente frustrados) de los enfermos mentales que se hacen llamar CDRs, jueces que tienen que preguntar al público por el paso de montaña por no haber estado en su sitio, caída del ganador de etapa una vez cruzada la línea de meta provocada por una mezcla de fallos incomprensibles de la organización con la jefa de prensa de la policía andorrana (ya me dirán qué hacía ahí además de sacarse la foto de rigor con la acreditación de La Vuelta para su Instagram) como protagonista y un futbolista excesivamente fogoso y encantado de conocerse en una etapa «de montaña» con sprint «quasi masivo».
A todo esto se une el ridículo final de etapa de ayer con estrechamientos que hacían modificar la trazada de un pelotón lanzado a escasos metros de la meta con su consecuente caída, un mal repetido en la etapa de hoy, sumado a esas maravillosas vallas con pie hacia la carretera.
Las caídas son intrínsecas al ciclismo, forman parte de él. Todos queremos minimizarlas y a nadie le gusta ver a un corredor por los suelos pero si alguien debería hacer todo lo posible para que eso no ocurra es, en primer lugar el organizador y, en segundo lugar, los comisarios UCI (esos que algún día entendieron de ciclismo y sabían interpretar a la perfección las diferentes situaciones de carrera que se iban produciendo).
El reglamente es una especie de Biblia de obligado cumplimiento para corredores y equipos en la que se escudan los comisarios para sancionar en forma de descalificación y/o multa económica pero nunca es algo que haya importado mucho a los organizadores, al menos a los más potentes.
«Es que si se aplica al 100% no se podrían hacer carreras» braman algunos… Es más fácil desviar el foco de atención hacia un pelotón excesivamente grande (lo han reducido), posturas aerodinámicas en la bici (las han prohibido a pesar de no haber provocado nunca una caída) y demás pelotudeces.
Insisto, las caídas forman parte del ciclismo y existirán siempre. La lluvia las hace más probables, la velocidad prácticamente imposibles de evitar, los ciclistas más torpes le darán visibilidad y los futbolistas, operarios de fábrica y saltadores de esquí estarán en una de cada tres que se produzcan.
El ciclismo era un deporte épico cuando no existía tanta «corrección política» y se le podía llamar a las cosas por su nombre, cuando las etapas tenían cierta distancia, cuando los ciclistas no se plantaban por exigirles hacer su trabajo. Es curioso observar como un colectivo que se negaba a llevar casco en competición (por suerte entraron en razón) se niega ahora a realizar una bajada perfectamente practicable (o finales de etapa con curvas) porque llueve mientras tragan con tramos de tierra llamados ahora «sterrato» en pos de «espectáculo».
Todo es un sucedáneo de lo que algún día fue, con distancias más propias de algún «medio fondo» por el que te suelen clavar el equivalente a una buena cena con tu pareja, lleno de hipócritas que reconocen en privado lo que callan en público y repleto de fans y periodistas futboleros con escaso bagaje en el mundillo.
Algunos lo llaman evolución…
La carrera? Dos de dos para Groves en los sprints.