El Tour más abierto de los últimos años ha dejado lugar al Tour más sentenciado. Parece una afirmación demasiado rotunda y arriesgada para todo lo que queda, y lo es. Si algo debemos saber los que seguimos este deporte es que no se gana una Vuelta hasta que cruzas la línea de meta de la última etapa, por ese mismo motivo tampoco la tienes perdida. No sé que me responderían en Movistar ante esta última afirmación.
Si hay un gran derrotado a estas alturas de carrera es el equipo español y, lo que parece más grave, no transmite ningún síntoma que pudiera hacernos albergar alguna esperanza de dar la vuelta a la situación. Llevan todo el año vendiéndonos que contaban con 3 líderes para este Tour, sabiendo ellos mismos que no era cierto.
Valverde está cumpliendo su labor, valiente y sacrificándose por la causa, sin premio, sin ni siquiera poder sentir que su sacrificio ha valido para algo.
Landa se ha autoproclamado líder, sin resultados, sin actitud, sin humildad y, lo más grave, creando un cisma en el equipo que no tiene solución. Su clasificación refleja su lugar, el real, el que se merece.
Nairo no está bien, decepcionante y, muy posiblemente, decepcionado, muy decepcionado con el trato recibido por su equipo. Ninguneado como nunca en todo el año y, muy especialmente, en este Tour. La etapa de Roubaix fue una clara muestra de ello.
El ambiente en Movistar no pinta bien, me atrevería a decir que es un polvorín. Ayer Eusebio echó más leña al fuego y no dudó en criticar a sus dos grandes estrellas, había sacrificado a su auténtico líder para nada, como hoy. Movistar, el equipo de los tres líderes, se convierte en el equipo de los tres problemas.
Aunque al que le ha salido un problema de verdad es a Froome y, por extensión, a Sky. ¿Cómo puede tener un problema el equipo que lleva al primero y segundo de la general? Porque el plan era ese pero en orden inverso, en Sky el orden de los factores sí altera el producto. Estoy seguro de que Froome no se conformará con el segundo puesto pero tiene otro inconveniente, el Giro.
Thomas ha preparado el Tour a conciencia, incluso con la esperanza de ser el líder del equipo ante una hipotética sanción a Froome. Este es el resultado, dos etapas de montaña ganadas de forma magistral y un liderato que parece sólido con más de 1′ 30″ sobre su teórico líder. La teoría también dice que quedan jornadas muy duras en las que Thomas debería ceder, esa misma teoría dice que Froome echará de menos las fuerzas gastadas en el Giro, igual que Dumoulin. La realidad es que sin Urán, sin Nibali caído hoy, sin Yates, Majka, Zakarin, ni Movistar, ¿qué nos queda?
Nos queda agarrarnos a Bardet, a una machada de Dumoulin, a un resurgimiento de Movistar o, algo para la historia, la heroica de Lotto. Hoy se han quedado sin premio, pero han sido valientes, han jugado no sólo a ganar la etapa, sino también a disputar la general. Parece complicado, mucho, incluso más que vaticinar que Thomas iría líder con 1′ 40″ sobre Froome y 2 etapas en el zurrón.
Sky cuenta con una ventaja evidente, un equipazo sin igual y, si analizamos con qué cuentan sus rivales, no queda otra que llorar. Ayer mismo podíamos ver a Bennati tensando la carrera en la montaña, a Bennati!! Ni Bardet, ni Dumoulin parece que cuenten con más efectivos y, una vez más, sólo nos queda mirar a Lotto. Gesink, Kruijswijk y Roglic, en su primer Tour buscando la clasificación general, parecen los llamados, junto con Bardet y Dumoulin, a darnos alguna esperanza en este Tour.
Me cuesta resignarme a ver fuera de la lucha a Quintana, había apostado con gran convencimiento por él como candidato a la victoria final pero, si nada lo remedia, me quedaré con las ganas, muchas ganas de verlo en un duelo de tú a tú con Froome. La realidad es cruel, y la realidad nos dice, que si no cambian mucho las cosas, el Tour más abierto se ha convertido en un Tour sentenciado. Esperemos que los corredores y, también sus directores, no caigan en el estado de resignación en el que, presupongo, nos encontramos la mayoría de los aficionados al ciclismo.
Y para finalizar me gustaría lanzar una pregunta. ¿Se atreverá Froome a gastar a su compañero más de lo necesario portando el maillot amarillo? Me temo que Thomas tendrá que tomar una difícil decisión, «to be or not to be, that’s the question».