Creételo chaval, has estado de 10.

Y por fin llegó ese «tríptico montañoso» que tanto tiempo llevaban vendiéndonos desde Unipublic y sus medios de propaganda oficiales y que acabó siendo un díptico de finales en cuesta de cabras + una etapa de montaña con final digno de una Grande. Lo más destacado de La Camperona, eso que intentan vendernos como puerto pero que no deja de ser un repecho de rampas imposibles, fue la magistral victoria del neo Óscar Rodríguez. Rodríguez se filtró en la numerosa fuga del día con corredores de la talla de Majka, De Gendt, Zakarin, King o Mollema entre otros para subir de menos a más y acabar imponiéndose con total autoridad sin dejar de mirar atrás por el nerviosismo propio de su edad. Entre los favoritos Nairo demostró ser el más fuerte pero, una vez más, el más cobarde. Consiguió soltar a todos sus rivales menos a Yates, que no mostraba demasiados signos de fortaleza, y ni así tuvo la suficiente veteranía como para seguir probándolo. Tan sólo en los últimos metros comprobó que Yates no iba todo lo fino que le gustaría y acabaría perdiendo unos segundos insignificantes con el colombiano.

Al día siguiente disfrutamos de una muy buena etapa, con una salida rapidísima en la que la fuga estuvo muy cara, tan cara que fue un corredor de la talla Kwiatkowsky el encargado de «vender» los billetes. A él se unieron De Gendt, García Cortina, Bookwalter, Roche y Woods, y a punto estuvieron de hacerlo Carapaz y De Marchi, pero era tal el ritmo del polaco y sus compañeros de escapada que esos escasos metros a los que estaban se tornaron en imposibles y fueron absorbidos por el pelotón.

«De verdad son las mismas barritas del Tour? «

Movistar y Cofidis fueron los encargados de llevar el control sin dejar que la fuga cogiera tiempo, estuvieron en todo momento entre los 3′ y 4′, lo que propició que el ritmo fuera alto y el pelotón circulara enfilado durante toda la etapa. Kwiatkowsky era un corredor peligroso, se encontraba cerca en la general y no se le podía dar cancha. Todo transcurría según lo previsto hasta que Bahréin decidía tomar el mando y poner un ritmo muy alto en el penúltimo ascenso del día para dar continuidad en una bajada muy peligrosa con grandes resultados. El hasta entonces líder, Jesús Herrada, quedaba cortado y perdía toda opción de mantener en maillot. También otros corredores importantes como De la Cruz se dejarían un tiempo importante en el descenso y se traduciría en un retraso importante a pie de la última subida, tampoco ésta merece ser llamada puerto.

«Para qué habremos tirado tanto al inicio de la etapa…»

Kwiatkowsky fue absorbido, antes ya lo habían sido sus compañeros de fuga, y comenzaron los ataques con Kruijswijk como primer protagonista. Superman López y Nairo después, pero Quintana parece más interesado en ser el primer colombiano que en ganar La Vuelta. Valverde aguantaba y Yates remataba con ese impresionante rush final que tiene y que le sirvió para recuperar los segundos perdidos el día anterior con el colombiano y para volver a vestirse de rojo.

Así las cosas llegaban los Lagos, esa montaña «mítica» de La Vuelta y que esta vez estaría flanqueada por dos pasadas por el Fito. Todo parecía indicar que sería el día elegido por Quintana para dar ese golpe de autoridad que todos llevamos tiempo esperando, ese ataque en un puerto de verdad que le sirviera para vestirse de rojo y despejar dudas sobre su liderazgo, esa reconciliación consigo mismo y con el ciclismo. Nada de eso sucedió sino más bien lo contrario. Hemos visto a un Nairo perdido, sin fuerza, cobarde y constantemente a la expectativa. Hemos visto un equipo sin rumbo, sin estrategia, sin sentido en muchas ocasiones, un equipo en el que un corredor de 38 años y que corre sin estrategia y por puras sensaciones ha tenido que remar como nunca para acabar tirando del colombiano y, a día de hoy, ser el máximo favorito para ganar la carrera. No es un corredor cualquiera, es Valverde, pero que con la temporada que lleva sea capaz, no sólo de estar ahí, sino de tener muchas opciones de ganar, quiere decir dos cosas; que él es un fenómeno, cosa que ya sabíamos, y que los demás lo están haciendo muy mal.

«Así vas bien?»

Quiero pensar que Nairo no tiene piernas, que no va y que todos los que lo criticamos lo hacemos porque estamos cómodamente viéndolo en el sofá, porque de lo contrario, el colombiano estaría firmando su certificado de defunción como favorito a volver a ganar una Grande, por cobarde. Llevo 2 semanas defenfiendo a Nairo como favorito para ganar esta Vuelta, defendiendo que no había llegado su momento, defendiendo que los finales en repechos no eran para él, pero el crédito se le ha agotado en Lagos. Ojo, todavía no se le puede descartar, de hecho esta Vuelta está más abierta que nunca, pero ya no estoy seguro de si realmente me gustaría verlo ganar.

Su actitud es la de un corredor de segunda fila, parece no ser consciente del palmarés que lleva a sus espaldas, parece no ser consciente de que los dos únicos corredores que saben lo que es ganar una Grande de todos los que aspiran a ganar esta Vuelta son, él mismo y Valverde, y así tienen que actuar en carrera. En Lagos volvió a estar más pendiente de su compatriota López, muy valiente en su planteamiento de la etapa pero muy poco efectivo, que de su más inmediato rival, Yates. Por cierto, muy mal gesto del británico recriminando al colombiano que tirara a por Pinot cuando debería haber sido él por su condición de líder el que tapara esos huecos.

Gran etapa de Enric Mas, el español sin ningún tipo de complejo estuvo con los mejores, incluso llegó a probar varias veces sin suerte, quizás le faltó un poco de veteranía para saber que el ataque de Pinot contaría con margen, el mismo margen con el que podría contar él. No se le puede reprochar nada, está demostrando que es un gran escalador y que hay madera. Gran etapa también de García Cortina que volvía a meterse en la fuga del día con corredores como Mollema (una vez más también) y que sería el último en ser cazado ya en las rampas de Lagos.

Entre los damnificados de hoy destacamos a Kelderman, Izaguirre y Urán. Los 4 primeros se encuentran distanciados en menos de 1′ pero, en contra de lo que pueda parecer, la sensación de lucha entre ellos es baja, muy baja.

Mañana será jornada de descanso y pasado mañana la CRI, «cualquier cosa puede pasar».

JG.